Varios

Una reflexión sobre la motivación

5 septiembre, 2012

Tras leer la noticia de este link, muchos de nosotros podríamos desear que cualquiera de nuestros jefes, del pasado, del presente y del futuro se pareciese a este hombre. No tan solo por la suma de dinero que ha repartido, que no es de despreciar, sino por esa filosofía que dice seguir al pie de la letra: el trato en igualdad a las personas, su confianza en ellas, el amor por sus trabajadores como si de un familiar se tratase y un comportamiento personal lo más honesto posible.

De verdad que suena bien en un mundo en el que en la mayoría de las ocasiones los trabajadores somos considerados un recurso al que se le valora únicamente por sus resultados y donde en general está bien valorada la filosofía maquiavélica (El fin justifica los medios). Ese comportamiento honesto del que presume Ken Grenda puede que sea lo que más podamos envidiar, porque habría mucho que hablar sobre si es adecuado tratar a todos nuestros colaboradores de la misma manera. Pensemos por un momento en un padre con tres hijos. Seguro que aunque siempre se dice que hay que tratarlos a todos de igual forma, no lo hace; a cada uno de ellos le apoyará más en unos temas que en otros, le hará un control más o menos exhaustivo en su comportamiento y sus quehaceres cotidianos, etc. Y todo irá en función, por ejemplo, del comportamiento y de la situación de madurez en la que se encuentren esos hijos.

Las teorías modernas de liderazgo no proponen la opción de tratar a todos los empleados de la misma forma como la más adecuada. Más bien se propone tratar a cada persona de forma diferente. Hemos de intentar sacar el máximo de cada colaborador y cada persona se motiva de diferente manera y está en una situación personal y profesional diferente al resto, por lo que parece lógico que recetas universales para todos no van a dar los frutos deseados.

Recomendable el libro titulado “La sorprendente verdad sobre qué nos motiva” de Daniel H. Pink. Según este divulgador, atrás quedan las motivaciones 1.0, consistentes en pensar que solamente nos movemos por lo que necesitamos para nuestra supervivencia (paralelismo con el primer escalón de la pirámide de Maslow) y las motivaciones 2.0 (el palo y la zanahoria; me muevo en busca del premio y/o para esquivar el castigo). Lo que de verdad nos motiva hoy en día son otras cosas, tales como la autonomía, la excelencia y la pervivencia, que son los tres pilares de la llamada Motivación 3.0, que para entendernos, lo que propugna es que lo que de verdad deseamos como individuos es la libertad de decidir nuestros objetivos, no dejar de aprender y ser capaces de aportar y mejorar nuestra vida y la de nuestro entorno.

¿Cuál podría ser una consecuencia directa de estar motivados en nuestro trabajo? Probablemente la adoración por nuestros puestos de trabajo. Ver la noticia

El no sentirse a gusto en el trabajo puede desencadenar problemas de importancia. El absentismo atribuido a esa situación es alto pero puede que sólo sea la punta del iceberg. Esos síndromes prevacacionales o postvacacionales han pasado de ser un tema aparentemente de broma para convertirse en enfermedades psicosociales que requieren tratamiento. Casos más extremos son ya los síndromes de burn-out (del quemado) y de bore-out (Aburrimiento en el trabajo). Las productividades de los empleados bajan de forma alarmante. El sentirse no valorado, sin metas y sin ánimo de seguir adelante, se ha convertido en un problema serio y muchas compañías están poniendo en marcha programas que ayuden al empleado a estar motivado con lo que hace.

Parece que tiene sentido la idea de que una persona contenta en su trabajo puede dar un rendimiento óptimo. Desde luego, cualquier cosa si podemos evitar que el fenómeno del Karoshi llegue desde Japón (El Karoshi es una enfermedad psicosocial diagnosticada en Japón desde hace unos años. En muchos casos de Karoshi, el empleado acaba suicidándose por no estar contento en su puesto de trabajo)”.

Post publicado por:  Carlos Marín

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