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Leonardo da Vinci, un genio de la mecánica

30 julio, 2013

Leonardo, el hombre

Leonardo da Vinci nace en la ciudad de Vinci, cerca de Florencia, el 15 de abril de 1452.

Hijo natural de Ser Piero di Antonio, notario de Florencia, y Caterina, quien se casó más tarde con Accatabringa di Piero di Vacca, vecino de Anciano.

Fue educado en casa de su abuelo paterno, hasta que en 1469 viajó con su padre a Florencia, quedando confiado a Verrocchio (1453-1488), quien será el encargó de su formación pictórica

En 1482 viaja a Milán donde entrará al servicio del Duque de Milán Ludovico Sforza. Hasta 1500 vive de su arte y de la creación de sus cuadros rodeado y admirado por la alta sociedad de la época. Actualmente se sabe que ésta fue su época pictórica más fructífera.

Desde 1501 a 1514 se mantendrá viajando por toda Italia desempeñando diferentes e importantes funciones para personajes ilustres de esa época.

En 1515 viaja a Francia para colaborar en la corte de su nuevo mecenas Francisco I, rey de Francia.

Leonardo fallece a los 67 años, el 2 de mayo de 1519 en Amboise, Francia, acompañado de su ayudante,  a quien le dejó sus proyectos, diseños, pinturas y anotaciones.

Leonardo, el genio

Leonardo fue un polímata que abarcó diversos campos como anatomía, arquitectura, arte, botánica, ciencia, escritura, escultura, filosofía, ingeniería, música o poesía.

Suele ser descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista, cuya curiosidad infinita solo puede ser equiparable a su capacidad inventiva.

Prueba de ello son:

  • Anticipó el principio de inercia, que después Galileo demostró experimentalmente
  • Demostró  experimentalmente la imposibilidad del ‘‘movimiento continuo’’ como fuente de energía, adelantándose en esto a Stevin de Brujas.
  • Aprovechó el conocimiento de esta imposibilidad para demostrar la ley de la palanca por el método de las velocidades virtuales, un principio que ya enunciaba Aristóteles y que utilizaron más tarde Bernardino Baldi y Galileo.

Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil.

Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse puesto que la mayoría no eran realizables aún en esa época. Como científico, Leonardo da Vinci hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica.

El ingeniero Fernando Torres Leza, que participó en la construcción de 15 de las máquinas ideadas por Leonardo en sus Códices de Madrid, opina acerca de los ingenios mecánicos propuestos por Leonardo: “pueden funcionar perfectamente, lo cual desmiente a quienes lo han considerado un genio sólo ocurrente”.

Los Códices de Leonardo

El legado de Leonardo a través de los Códices comprende estudios en prácticamente todos los campos del saber: geometría, hidráulica, física (Códice Forster), tratados de pintura (Códice Urbinas), arquitectura y matemáticas (Códice Arundel).

Algunos códices eran especialmente novedosos en la época e incluso peligrosos, para el que se dedicaba a los estudios en ciertas materias perseguidas por la Iglesia. Se descubre en los manuscritos del Castillo de Windsor, a un Leonardo volcado durante 30 años en la anatomía médica, mediante las disecciones de cadáveres, algo poco común en su época. En el Códice Leicester se abordan, entre otros,  temas de Cosmología e Hidráulica. El estudio del vuelo de los pájaros, analizado en el códice del mismo nombre.

Otros tratados sobre navegación e ingeniería militar, que ocupan un lugar destacado en los monumentales Códice Atlántico, Manuscritos A-M de Francia y Códices de Madrid.

Este ingente caudal de conocimiento permaneció durante siglos celosamente guardado, y desperdigado, por las bibliotecas de la nobleza europea. El valor que se daba a estos manuscritos era el de un curioso objeto de colección, más que como fuente de saber; actualmente se encuentran en bibliotecas nacionales de distintos países resguardados del paso de los años.

Los códices Madrid I  y II

Leonardo fue un apasionado por los ingenios mecánicos. En sus tratados sobre Mecánica manifestaba su opinión al respecto de esta disciplina ‘‘La mecánica es el paraíso de las ciencias matemáticas, porque con ella se alcanza el fruto matemático. Es la más noble de las ciencias puesto que vemos que por medio de ella realizan sus acciones todos los cuerpos animados que poseen movimiento’’

A la muerte de Leonardo, sus proyectos y anotaciones, que comprenden los actuales Códices Madrid I y II, pasan a manos de su ayudante Francesco Melzi, que  posteriormente legó a su hijo Orazio. Unos cincuenta años más tarde Pompeo Leoni, escultor al servicio de Felipe II, los compró a Orazio y los trajo a España.

Al morir Leoni, en 1608, los manuscritos pasaron a las manos de Juan de Espina, un amigo de Francisco de Quevedo y Villegas, que según habladurías de la época “Era un caballero que vivía sólo en una mansión de Madrid y sus servidores eran todos autómatas de madera”.

Es en 1623 cuando Don Carlos, Príncipe de Gales, en su visita a Madrid, se interesó por los manuscritos, Espina se sintió en un compromiso y se los regaló. De este modo, los Códices llegan a la Biblioteca Real en 1712, en la que por diversos motivos permanecen perdidos hasta 1966.

Según Martín Abad (responsable de Manuscritos de la Biblioteca Nacional) , los motivos de esta “ larga pérdida”  son varios: ‘‘Por el trasiego de la biblioteca regia por cuatro sedes distintas, por una fatal confusión de signatura y por el aura de Da Vinci, que cegó a muchos para adosar su fama a la del genio’’

Por caprichos del destino, en 1966, durante unas tareas de inventario de la Biblioteca Nacional de España de Madrid, aparecieron dos volúmenes titulados como Tratado de estática y mecánica en italiano (1493) y Tratados varios de fortificación, estática y geometría en italiano (1491) cuya autoría correspondía a Leonardo da Vinci.

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Estos códices son dos volúmenes que contienen 197 páginas, están encuadernados en cuero rojo, están escritos en un italiano dialectal con una incorrecta concordancia.

Además de los diseños de un gran número de ingenios mecánicos, incluyen una relación de 116 libros que utilizó en la época que los escribía entre los que figuran por ejemplo algunas gramáticas latinas básicas.

En los  Códice I y II Leonardo nos describe mecanismos que no fueron construidos hasta muchos años después de su muerte y que evidencian, sin lugar a dudas, su tremenda inteligencia.

Codex Madrid I, es básicamente un tratado de mecánica, compuesto de 12 cuadernillos de 16 folios cada uno escrito aproximadamente entre los años 1492 y 1497, y está escrito al revés. En una fecha imprecisa le fueron arrancados 8 folios y se conserva un total de 191.

A pesar del predominio de la mecánica, en él podemos encontrar asimismo algunas anotaciones de óptica y de astronomía. Tiene una estrecha correspondencia con el Códice Atlántico, de la Biblioteca Ambrosiana de Milán, presentando una serie de elementos como balanzas, pesos, engranajes, resortes, maquinarias de relojes, tornillos, bisagras, etc., esbozados en el Códice Atlántico, y desarrollados en el Codex Madrid, con dibujos con gran detalle y calidad. También se le han encontrado correspondencias con el Códice Forster y el Manuscrito H del Institut de France, de París.

El Codex Madrid II tiene un carácter distinto. De igual dimensión y encuadernación que el Codex Madrid I, consta de 157 folios. En este cuaderno de notas podemos hallar una gran variedad de estudios: croquis topográficos, problemas de náutica, arquitectura e ingeniería militar, geometría y algunas notas dispersas sobre cuestiones personales (el listado de libros de su biblioteca, o de sus piezas de ropa, por ejemplo).

Los escritos de Leonardo resultaban de difícil lectura, pues escribía al revés de derecha a izquierda. En conjunto sus códigos resultaban caóticos, carentes de orden y método, rellenando huecos con anotaciones de temas no relacionados, etc, lo que le impidió ejercer un mayor protagonismo en la historia de la ciencia y del pensamiento. No obstante,  en el Códice de Madrid I, se pueden apreciar páginas cuya edición es realmente exquisita, transmitiendo una claridad meridiana y un claro objetivo: compartir sus conocimientos.

Los Códices hay que interpretarlos como lo que eran realmente, notas de campo, desarrollos de ideas en los que trabajaba Leonardo y que en el futuro pretendía ordenar y pasar limpio.

Los manuscritos son de gran importancia en la obra de Leonardo, ya que contienen cerca del 15% de las notas de Leonardo que hay referenciadas hoy día, pero también son importantes por la calidad y relevancia de los temas que en ellos recogidos, representan uno de los tratados de ingeniería más importantes de la época.

Post publicado por: Ana Duato

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