En los últimos años, el hidrógeno verde se ha posicionado como una de las grandes promesas en la transición hacia un modelo energético más sostenible. Pero, aunque su potencial es enorme, también hay obstáculos importantes que hacen que muchos se pregunten si estamos ante una solución realista o simplemente ante una apuesta demasiado arriesgada. Por ello, en este artículo de SEAS vamos a analizar en profundidad qué es el hidrógeno verde, cómo se puede utilizar y qué papel podría jugar en los próximos años. ¡Vamos allá!
¿Qué es el hidrógeno verde?
El hidrógeno verde es un tipo de hidrógeno producido mediante electrólisis del agua utilizando energía eléctrica procedente de fuentes renovables, como la solar o la eólica. A diferencia del hidrógeno gris, que está generado a partir de gas natural y con altas emisiones de CO₂, el hidrógeno verde no emite gases de efecto invernadero durante su producción. Esto lo convierte en una alternativa limpia y respetuosa con el medioambiente.
El proceso de electrólisis separa el hidrógeno del oxígeno en el agua, y si esta electricidad proviene de fuentes limpias, el resultado es un combustible libre de emisiones. A simple vista, parece la solución perfecta para descarbonizar sectores difíciles de electrificar, como el transporte pesado o la industria.
¿El hidrógeno verde se podrá usar en el futuro próximo?
Aunque la tecnología ya existe y está en marcha en varios países, aún nos enfrentamos a varios desafíos que impiden su implantación masiva. El primero es el coste: producir hidrógeno verde es mucho más caro que producir hidrógeno gris o azul. Además, requiere grandes cantidades de energía eléctrica renovable, algo que todavía está en fase de expansión en muchos territorios.
Otro problema es la infraestructura, pues para que el hidrógeno verde sea viable, necesitamos redes de transporte, almacenamiento y distribución especializadas, que hoy por hoy son escasas. Aun así, la inversión pública y privada en este sector está creciendo, lo que podría acelerar su desarrollo en la próxima década.
Por tanto, no parece que el hidrógeno verde vaya a ser una solución generalizada a corto plazo, pero sí puede empezar a jugar un papel importante en sectores muy concretos a partir de los próximos cinco o diez años.
Aplicaciones del hidrógeno verde
¿Y dónde se va a poder usar el hidrógeno verde en los próximos años? A continuación, te explicamos algunas posibles aplicaciones:
- Transporte pesado: camiones, trenes y barcos pueden usar hidrógeno como combustible sin emitir CO₂, algo especialmente útil en trayectos largos donde las baterías eléctricas no son tan eficientes.
- Industria química: el hidrógeno se usa como materia prima en la producción de amoníaco, fertilizantes o metanol, sustituyendo al hidrógeno gris y reduciendo así las emisiones.
- Producción de acero: permite descarbonizar la producción de acero al sustituir el carbón por hidrógeno como reductor en los altos hornos.
- Almacenamiento de energía: actúa como una especie de batería a gran escala, almacenando el excedente de energía renovable para su uso posterior.
- Generación de electricidad: puede utilizarse en pilas de combustible para generar electricidad en lugares remotos o como apoyo en momentos de alta demanda.
En conclusión, el hidrógeno verde tiene un potencial enorme y puede convertirse en una pieza clave en la transición energética. Sin embargo, su uso generalizado aún depende de superar importantes barreras tecnológicas, económicas y logísticas. No es una apuesta segura, pero sí una jugada estratégica que puede marcar la diferencia en el futuro. Y en el caso de que te interese mucho el mundo energético, es posible que te guste el Experto Universitario en Eficiencia Energética de SEAS. ¡Échale un vistazo!
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