Probablemente te ocurra como a mí y, en un primer momento no sepas a qué fenómeno laboral se está haciendo referencia. Para ser sinceros, es un término que me resultaba desconocido, o al menos no estaba al tanto de que existía una definición técnica formal para algo que, como verás a continuación, y por desgracia, es bastante frecuente en las organizaciones.
El Efecto Mateo es un término acuñado por el sociólogo Robert K. Merton en 1968 y hace referencia al fenómeno por el cual quienes ya tienen ventajas acumuladas tienden a recibir más oportunidades, mientras que aquellos en desventaja quedan relegados. Conviene reseñar que este concepto se utiliza también en otras áreas como educación o economía. Pero en este caso, lo que nos interesa es su aplicación al contexto organizacional, ya que puede generar profundas desigualdades en el desarrollo del talento humano, impactando en aspectos como el rendimiento, los costos y la productividad.
Quizá te preguntes por qué se le ha dado ese nombre; El principio se basa en la frase de la Biblia: “Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (Mateo 25:29). Si lo analizamos detenidamente, esto puede tener una connotación tanto positiva como negativa en la gestión de personas;
- Los empleados destacados reciben más capacitación, promociones y recursos.
- Los empleados con menor desempeño son ignorados, perpetuando brechas de habilidades.
Pero aun centrándonos en ese primer grupo, mejor visto y/o valorado dentro de la empresa y destinatario de más recursos, recompensas, reconocimiento… por parte de la dirección, este fenómeno puede resultar nocivo en esa gestión del talento; es lo que se denomina Efecto Mateo negativo. ¿En qué consiste? Pues en algo que probablemente te suene mucho; al que resuelve se le da más carga de trabajo, mientras que, a quien no responde, no se le tiene en cuenta. A simple vista puede sonar bien: a quien demuestra buen desempeño y es resolutivo, se le dan nuevos proyectos o nuevas funciones; mientras que al trabajador “mediocre” se le condena al ostracismo. Pero esto también lo podemos ver desde otro prisma; quien cumple asume cada vez más y más carga de trabajo, mientras que al que se esconde, se le “reubica”. Y al final, el mediocre sobrevive con menos presión y carga de trabajo, mientras el competente termina saturado, frustrado… o quemado.
Puede que pienses que esto solo ocurre en la administración pública. Es posible que se dé con mayor frecuencia por los tipos de contratos existentes en estos casos, pero eso no quiere decir que solo suceda en estas organizaciones. Y si no, reflexiona sobre esta máxima y valora si sucede en tu entorno de trabajo; “Si trabajas bien, serás el burro de carga. Si trabajas mal, vivirás más liviano.”
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Profesor del área de Recursos Humanos y Liderazgo en SEAS, Estudios Superiores Abiertos, centro de formación online del Grupo San Valero. Puedes visitar su perfil en LinkedIn.
